Martín Corona
Alarcón
El libro es el
día de hoy el depositario de más de dos mil años de civilización, de eso no nos
queda duda alguna. En su formato cajita de letras nos brinda de forma
organizada el conocimiento de diversas áreas, una estructura de planteamiento,
una forma de contar historias, una manera de conservar la memoria y tener bases
para hacer crecer las ideas.
En los últimos
años leer un libro se ha convertido en un ejercicio muy simple: buscas en
internet el formato de tu preferencia: epub, pdf y otros tantos. Lo descargas
en tu dispositivo favorito: teléfono, tableta, laptop o computadora, incluso en
una pantalla para televisión y listo, a leer.
Estos nuevos formatos
son una amenaza para la industria del libro que incluye a quienes hacen papel,
tinta, máquinas de impresión, escritores, promotores, editores, editoriales,
comercializadores, librerías, bibliotecas y un enorme aparato mundial del
negocio llamado libro.
Y aquí entramos a
esos complicados planteamientos en que la tecnología transforma las maneras
tradicionales y, con ello, se podría perder un sector económico muy importante.
Entonces, ¿qué ha hecho la industria del libro en la economía mundial para
frenar el imparable embate de la tecnología?
De inicio, parece
sospechoso que los índices de lectura en los países con economías estables y
cientos de millones de habitantes sean tan bajos y que las instituciones
financieras mundiales establezcan que deben elevarse los niveles de lectura y
apoyen económicamente esas campañas. Lo cual puede o no repercutir en la gente,
pero sí tendrá buenos dividendos en cuanto a los apoyos para la industria del
libro.
Nunca antes en la
historia el libro ha tenido un sitio tan importante en los productos de
consumo. Se terminó aquella época del libro como un sub producto de La Biblia.
Tiempos en que un libro era tratado como voz divina, como algo carísimo,
difícil, inalcanzable. Los padres de familia no tienen que invertir muchísimo
dinero a plazos para comparar una enciclopedia, ahora basta una conexión a
internet y un par de clics para acceder a cualquier tipo de conocimiento.
Las librerías son
cadenas de negocio exitosos, con agresivas campañas de publicidad, con grandes
ganancias y un tipo de libro a la venta: la novedad editorial. Al igual que
casi todo en el mundo actual, el libro se rige por aquello que está de moda.
Los libros de películas son el top de ventas, los que firman las figuras de
cine o televisión, aquellos que dictan la forma de enfocar la realidad
noticiosa y, claro, los libro escolares.
El libro vive hoy
de dos áreas básicas el libro texto y el libro de moda. Todo lo demás tiene un
mercado pequeñísimo, transitorio. Poquísima gente busca una novela, un libro de
cuentos o poesía, es un nostálgico modo de leer nada más.
En este contexto
el libro sigue viviendo, siguen existiendo editoriales independientes, siguen
algunas personas creyendo en la escritura, en compartir su ser a través de las
letras. Sin embargo, para tener el tiempo de dedicarse al libro, a la escritura
es muy necesario el tiempo y, como todo en la actualidad, tiempo es dinero.
Así que quienes
hacen libros con amor y dedicación estarán siempre limitados, ya que mientras
no tengas miles de pesos para producir un hermoso libros, tendrás que limitarte
a internet, formatos baratos y, por ende, nula distribución.
Al igual que
todas las artes, el libro es un objeto precioso que ne debiera convertirse en
curiosidad de museo y para que no ocurra lo implicados en su creación debemos
inventar nuevas maneras de llegar a la gente. No basta una presentación
sentados en un podio con palabras rimbombantes y palabras rebuscadas, no bastan
las pancartas y las promociones en redes; necesitamos nuevos formatos de
libros, nuevas maneras de llegar a la gente.
Porque como
humanos amamos las historias, amamos el conocimiento, sólo necesitamos que algo
nos sacuda, nos conmueva y nos haga ver hacia allá.
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Ilustración de David Nieto "Josh" |
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