martes, 10 de mayo de 2016

Escena y música buscando público



Martín Corona Alarcón


A diferencia de otros países, de otros momentos de la historia y de otras visiones del mundo, nuestro país tiene como recurso inagotable gente. Hace unos años, un borracho en Colombia insistía e insistía en que yo aceptara que México es potencia mundial. Después de varios minutos acepté que sí y él con la carcajada confirmó: "México es potencia mundial de población".
Qué razón tuvo aquella burla. Porque si algo hay en nuestro país es gente, más de cien millones de mexicanos que diariamente comen hasta 5 veces al día. Ya no hablemos de riqueza y abundancia.
Centremos la atención en la literatura, el espectáculo y las artes. FIL Guadalajara es una de las tres ferias del libro más grandes del mundo, los músicos de todo el mundo consideran los conciertos multitudinarios en México como una de sus metas.
Y en este momento de la historia hay mucha gente con dinero para consumir. Toda clase de espectáculos y conciertos llenan en Ciudad de México, gracias a sus más de 20 millones de habitantes. México es un gran mercado: millones de consumidores potenciales en una cantidad limitada de medios de comunicación.
De ese modo, México es para los mercados internacionales de contenidos, al mismo nivel que India, uno de los grandes países para probar sus contenidos antes de lanzarnos como productos globales.
A diferencia de la cultura mainstream, los creadores mexicanos esperan becas, apoyos, están más atareados en crear y generar sus propias “empresas” que en atender a crear productos de consumo masivo. Es decir, siguen las mismas pautas tradicionales de escena y creación, pero con nuevas maneras de producción y inversión. Por lo mismo, la escena y la música la mayoría de las veces se queda imitando o replicando los mismos esquemas aprendido y gastados.
Muy pocos son los grupos de escena o música que buscan crear un público acorde a su producto y, muchos menos aún quienes busquen crear un producto para el gran público. Es decir, que esos millones de habitantes capaces de invertir y pagar productos creativos, prefieren aquellos espectáculos y conciertos que vienen de afuera o que cuentan con el respaldo publicitario internacional o, al menos, de los grandes medios de comunicación.
La queja perenne de los creadores mexicanos es que no hay cómo sostener una industria creativa, sin embargo nadie se pone a trabajar en crear esos productos que gusten al gran público. La gente de teatro está ensayando, lo mismo que los músicos, esperando que alguien pague el costo idea de su trabajo, mientras que la escena de botargas, la imitación burda de la tele y el cine, los covers y demás se llevan ese montón de público y dinero que podría sostener una industria de contenidos creativos.
Basta de creer que el arte tiene un valor sólo por auto definirse como tal. Es tiempo de hacer escena y música para nuestra gente, para los millones de habitantes mexicanos que pagan cotidianamente a la industria internacional del entretenimiento. Es tiempo de hacer un trabajo creativo, lejos de los aprendizajes gastados de talleres y universidades, tiempo de salir a crear nuevos esquemas músicas y escénicos que generan un nuevo mercado, interno, auténtico y sobre todo, que no requiera de la inversión de instituciones.
Esto último hará que termine uno de los grandes mitos de la cultura: que las artes no pagan. Claro que pagan, pero para ello tenemos que crear nuevos esquemas de arte.


Puerto de Veracruz, 13 de abril de 2016

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