Martín Corona Alarcón
A diferencia de otros países, de otros momentos
de la historia y de otras visiones del mundo, nuestro país tiene como recurso
inagotable gente. Hace unos años, un borracho en Colombia insistía e insistía
en que yo aceptara que México es potencia mundial. Después de varios minutos
acepté que sí y él con la carcajada confirmó: "México es potencia mundial
de población".
Qué razón tuvo aquella burla. Porque si algo
hay en nuestro país es gente, más de cien millones de mexicanos que diariamente
comen hasta 5 veces al día. Ya no hablemos de riqueza y abundancia.
Centremos la atención en la literatura, el
espectáculo y las artes. FIL Guadalajara es una de las tres ferias del libro
más grandes del mundo, los músicos de todo el mundo consideran los conciertos
multitudinarios en México como una de sus metas.
Y en este momento de la historia hay mucha
gente con dinero para consumir. Toda clase de espectáculos y conciertos llenan
en Ciudad de México, gracias a sus más de 20 millones de habitantes. México es
un gran mercado: millones de consumidores potenciales en una cantidad limitada
de medios de comunicación.
De ese modo, México es para los mercados
internacionales de contenidos, al mismo nivel que India, uno de los grandes
países para probar sus contenidos antes de lanzarnos como productos globales.
A diferencia de la cultura mainstream, los
creadores mexicanos esperan becas, apoyos, están más atareados en crear y
generar sus propias “empresas” que en atender a crear productos de consumo
masivo. Es decir, siguen las mismas pautas tradicionales de escena y creación,
pero con nuevas maneras de producción y inversión. Por lo mismo, la escena y la
música la mayoría de las veces se queda imitando o replicando los mismos
esquemas aprendido y gastados.
Muy pocos son los grupos de escena o música que
buscan crear un público acorde a su producto y, muchos menos aún quienes
busquen crear un producto para el gran público. Es decir, que esos millones de
habitantes capaces de invertir y pagar productos creativos, prefieren aquellos
espectáculos y conciertos que vienen de afuera o que cuentan con el respaldo
publicitario internacional o, al menos, de los grandes medios de comunicación.
La queja perenne de los creadores mexicanos es
que no hay cómo sostener una industria creativa, sin embargo nadie se pone a
trabajar en crear esos productos que gusten al gran público. La gente de teatro
está ensayando, lo mismo que los músicos, esperando que alguien pague el costo
idea de su trabajo, mientras que la escena de botargas, la imitación burda de
la tele y el cine, los covers y demás se llevan ese montón de público y dinero
que podría sostener una industria de contenidos creativos.
Basta de creer que el arte tiene un valor sólo
por auto definirse como tal. Es tiempo de hacer escena y música para nuestra
gente, para los millones de habitantes mexicanos que pagan cotidianamente a la
industria internacional del entretenimiento. Es tiempo de hacer un trabajo
creativo, lejos de los aprendizajes gastados de talleres y universidades,
tiempo de salir a crear nuevos esquemas músicas y escénicos que generan un
nuevo mercado, interno, auténtico y sobre todo, que no requiera de la inversión
de instituciones.
Esto último hará que termine uno de los grandes
mitos de la cultura: que las artes no pagan. Claro que pagan, pero para ello
tenemos que crear nuevos esquemas de arte.
Puerto de Veracruz, 13 de abril de 2016
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